lunes, 19 de junio de 2006

El dueño del canon




Le encomendaron la tarea más sencilla, al tiempo que la más ardua de todas las imaginables. A él le tocaría elegir las mejores obras de la historia para que quedaran bendecidas para la posteridad. A la basura todas las demás, indignas de pertenecer al canon.

Cerró los ojos, y con el índice a tientas señaló sobre la lista que algún otro le había escrito -quién sabe con cuáles nombres salidos de quién sabe dónde-. Pero fue así: donde mejor cayera el dedo. Ésas serían, al azar. No tenía ni gusto, ni método, ni criterio, ni siquiera tenía opción.

Miles de años después la gente aplaudiría su decisión. La estudiarían en las escuelas y la gente haría reverencia ante lo sagrado de su gusto.

Y el mundo sería, entonces, lo que será.

Por su culpa.

2 comentarios:

Ophir Alviárez dijo...

El mundo es ahora "lo que es". Quién dice que no sucedió algo parecido.

Para cosas descabelladas, las que vemos y seguimos impresionándonos, o hacemos el intento. Por eso siempre termino peleándome con los cánones...

OA

pD...Por las visitas y el link, thks...

;)

Jose Urriola dijo...

De acuerdo, Ophir, el mundo es "lo que es" por su culpa. Y el método de selección del canon fue más o menos el mismo.

J.U.